El arte islámico y al-Andalus. Primeras aproximaciones a su arte.

En el siglo XIX se comienza a estudiar el arte islámico a manos de los especialistas en arte bizantino. Este se consideraba (aún hoy se considera) parte de la cultura occidental grecolatina y por tanto inscrito en la tradición artística occidental. Para entender el desarrollo de los estudios de arte islámico, habrá que entender una cuestión sumamente importante: el orientalismo: una visión peyorativa de las culturas no occidentales, considerabas algo inferior a la occidental (ocurre con el arte islámico, con el arte egipcio, etc.) El occidental ve en ellas lo exótico y desconocido y se siente atraído por ello. Esta visión se acrecienta en el caso de la cultura islámica cuando los cristianos conquistan la península y llevan a cabo una política completamente en contra de lo que consideran una cultura herética.

Los primeros viajes al territorio andalusí se realizan en el siglo XVIII, con lo que se extiende el orientalismo fuera de nuestras fronteras y se llevan a cabo publicaciones como Antigüedades árabes de España. Ya en el siglo XIX se empiezan a traducir las fuentes árabes más importantes. Los monumentos visitados y estudiados por los estudiosos no serían aún tratados como parte de la historia de España. No será hasta 1992 cuando se introduce la cultura islámica y hebrea en ella. No será hasta el siglo pasado cuando se empiezan a estudiar las relaciones artísticas entre al-Andalus y los reinos cristianos, además de otras culturas. Calvo Capilla considera que el arte andalusí es un sistema visual basado en elementos y asociaciones simbólicas asimiladas y transformadas de otras tradiciones artísticas de culturas europeas. Entre las culturas que se asimilan encontramos la cultura grecolatina (referente en las obras califales para legitimar su pertenencia). Por otro lado, se recogen influencias sasánidas, persas y centroasiáticas, así como formas tardoantiguas de península ibérica visigoda.

En los años 80 del siglo XX surge el concepto de tardoantigüedad y se empiezan a estudiar los orígenes del islam de otra manera: se mostrarán las diferencias entre las ciudades cristianas y musulmanas con el referente oriental en Marruecos, aún bajo esa visión orientalista. En el siglo XX se ve reducida al incluir como base común de todas las ciudades medievales una base romana. Esta visión orientalista influye como no podría ser de otra manera en la conservación y restauración de los monumentos. A lo largo de su historia se han llevado a cabo una serie de acciones poco correctas. Me refiero a la restauración orientalista y fantásticas de la Alhambra de Granada, la eliminación de elementos (originales) que se consideran visigodos o romanos en edificios inequívocamente islámico, por elementos (según los restauradores) más acorde al arte islámico, entre otros.

Es importante destacar que el estudio del arte islámico se ve dificultado por la desaparición de muchas de sus obras. Este es el caso de algunas de las mezquitas aljama más importantes de España como por ejemplo la de Toledo y Sevilla. Estas se destruirán o se verán convertidas en catedrales tras la cristianización de los espacios (no fue inmediatamente después de la conquista cristiana, sino que fue un proceso mucho más lento, los espacios islámicos se mantuvieron mucho tiempo después). Así la aproximación a ellas se debe realizar por medio de las fuentes y documentos de la época, además de por la arqueología.

Puede sorprender, en comparación con otras artes, en que momento se empiezan a estudiar concretamente los edificios islámicos. El Palacio de la Aljafería de Zaragoza inició su restauración en 1954; la Mezquita de Bab al-Mardum  de Toledo, una de las mezquitas urbanas mejor conservadas de al-Andalus, tiene su primer estudio completo en 1977; las excavaciones de la mezquita aljama de Sevilla se llevaron a cabo entre 1941 y 1973 y no es hasta 2017 cuando se comienza a reconstruir el alminar (más conocido como la Giralda)

El caso de la Alhambra es para echar de comer aparte. Desde su construcción se han sucedido las familias poderosas que lo han habitado. Se conservada como Patrimonio de la Casa Real hasta el siglo XVIII, por lo que hasta ese momento se estuvo conservando y llevando a cabo las restauraciones más importantes a manos de la familia Mendoza.  Desde ese momento, el complejo empieza a entrar en ruina. La familia Contreras se pone a cargo de las restauraciones durante el siglo XIX, aprovechan para realizar copias y moldes de varios elementos de la alhambra para venderlos en el extranjero. Además, añaden pastiches orientalistas para incrementar la visión orientalista del entorno. Para el visitante, entrar en la Alhambra sería un verdadero cuento de leyendas y fantasías. Basándose en su arquitectura exótica y oriental, se dieron ciertos nombres erróneos a los espacios. Es en este momento cuando se empieza a considerar el Patio de los Leones como el gran harem. En 1907 se eliminan estos pastiches y se empiezan a realizar las restauraciones necesarias desde un punto ya más académico.

No es de extrañar que hoy en día aún se conserve esa visión orientalista de la cultura islámica. Y tampoco lo es que el occidental se haya apropiado de parte de sus costumbres. Es momento de comprender que de igual forma que los celtas e íberos, como los romanos y visigodos forman el pasado de nuestra península, también los musulmanes y su cultura son una parte sustancial de la nuestra. Comenzar a apreciar ese legado artístico y cultural (que es muchísimo) ayuda a entender nuestro pasado y nuestro presente.  

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