Historia de la Arqueología y el Coleccionismo de Antigüedades. Prueba de mayo (2020)
¿Impulsaron
las iniciativas privadas las metodologías de trabajo y los métodos de
divulgación arqueológicos y el coleccionismo más que las iniciativas estatales
entre el Renacimiento y el siglo XIX?
Con un breve recorrido por el marco histórico establecido,
reconocemos una serie de aspectos clave que se irán desgranando a lo largo de
los siglos. En primer lugar, el interés desde el auge del humanismo por el
estudio de los textos clásicos. A partir de este estudio se tuvieron en cuenta
las obras clásicas como modelo para el presente renacentista. Los artistas y
aficionados desarrollan una amplia tarea teórica sobre cuestiones artísticas
basándose en las fuentes y las ruinas que tienen frente a ellos para
fundamentan sus obras. A partir del siglo XVII el mundo antiguo se idealiza de
tal forma que se convierte en una fuente de representación. Los reyes se
convierten en grandes mecenas e introducen medidas que favorecen el
conocimiento de la antigüedad. Por parte del pontificado se desarrollan medidas
para el control de las excavaciones que se estuviesen llevando a cabo y a manos
de los aristócratas se desarrolla un amplio coleccionismo. Este se fundamenta
en los conocidos Gabinetes de maravillas; espacios donde los aristócratas
acumulaban piezas antiguas con el fin de mostrar su cultura y su mecenazgo
artístico. Se trataba de una manera de ganar estatus. La antigüedad se
convierte en un medio para un fin: los reyes buscan en la historia antigua la
forma de legitimar su poder relacionarse con personajes importantes de la
antigüedad; los nobles buscan hacer acopio de piezas para crear grandes
colecciones y los artistas se sienten en el deber de recuperar ese esplendor
del arte antiguo.
Surge el Grand Tour, el eje de los descubrimientos de la
época moderna. Los viajeros, eruditos, nobles o familias acomodadas visitan los
lugares más importantes de la Antigüedad. Primero se viaja a Italia, la cuna de
la cultura y el conocimiento: Roma, Nápoles y Florencia. El viajero recogía
influencias, se formaba y compraba piezas para llevarlas a su país. El mercado
de antigüedades estaba en aumento y las excavaciones no cubrían toda la
demanda. Se desarrolló un mercado de las falsificaciones y la necesidad de
crear un lugar donde recoger todas las piezas descubiertas: los museos. Esta es
una de las iniciativas que se llevaron a cabo por las potencias estatales,
entre el pontificado y la corona se fundaron los lugares expositivos más
importantes como los jardines del Vaticano o el Museo de Pío-Clementino.
También se llevó a cabo la fundación de Academias, destacando sobre todo la
actividad en este sentido de la corona española en el siglo XVIII. En ellas, se
llevaba a cabo la formación de aquellos interesados en las antigüedades, el
anticuariado y el arte clásico. Serán las responsables, en mayor medida la Real
Academia de la Historia en llevar a cabo las excavaciones a lo largo y ancho
del Mediterráneo.
Los papas por su lado, tras el triunfo de la contrarreforma,
intensificaron su control. Tenían el mismo nivel de autoridad que los monarcas
y contaban con sus propias medidas frente a las excavaciones que se iban
realizando. El Pontificado debía de estar al corriente de todos los
descubrimientos, y notificar las piezas a la Cámara del Vaticano. Era el encargado de su control y protección.
Sin embargo, este poder se ve reducido cuando los sistemas políticos modernos
se estabilizan. En el caso de la monarquía española, la dinastía de los Borbones
tuvo un papel decisivo para el desarrollo de la arqueología. Encontramos
iniciativas culturales de gran magnitud por parte de Felipe V e Isabel de
Farnesio, con una formación orientada al gusto por las antigüedades, se
convierten en grandes coleccionistas. La actividad del rey proteccionista,
Carlos IV, en las excavaciones de Herculano y Pompeya es un paso decisivo para
el patrimonio cultural; genera una ley de no exportación; las piezas
encontradas en los yacimientos no podían salir de Nápoles. Tanto es así, que ni
él mismo realizó traslado alguno a España, sino que creó su propia colección en
Madrid eso sí a partir de los vaciados realizados en Italia que luego fueron
donados a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, otra fundación
apoyada por la corona, con el fin de que sirviesen para la formación de sus
estudiantes. En la misma línea, el interés por conocer el mundo antiguo llevó a
los sistemas políticos del siglo XVIII a explorar el mundo egipcio y el mundo
griego, aunque desde diferentes puntos de partida.
En el caso de Egipto, era un lugar conocido desde la
antigüedad por su exotismo, conquistado por Alejandro Magno, ocupado por
Napoleón Bonaparte e invadida en última instancia por los países europeos con
el fin de estudiar los monumentos y cultura faraónica. Se convierte en un destino
más para los eruditos y viajeros. Allí, al igual que en Roma se copian y
dibujan los monumentos, se toman medidas y se estudian. Además, argumentando
que los egipcios contemporáneos no valoraban su propia historia, se expoliarán
muchas de las piezas encontradas, estas serán las que engrosarán las
colecciones de los museos europeos. En el caso de España, el Museo Arqueológico
Nacional incluirá entre 1867 y 1891 gran cantidad de piezas egipcias como
momias y objetos sagrados. Con una visión orientalista, arqueólogos de los
países más interesados como Francia e Inglaterra trabajarán en este territorio,
contando un el favor del soberano quien sin el apoyo de sus habitantes habría
el país a los extranjeros en un intento de occidentalizar el país. Las relaciones
occidentales se acrecentaron con la colaboración en la construcción del Canal
de Suez. En España no surge tal egiptología hasta mucho tiempo después ya que,
en el momento de mayor auge de estos yacimientos, los arqueólogos españoles
estarían más centrados en la arqueología peninsular.
Por otro lado, el mundo griego había sido denostado por los
estudiosos en pro del esplendor romano. El erudito renacentista consideraba
insustancial estudiar su cultura, cuando los romanos los superaban con creces.
Sin embargo, en el desarrollo de la historia nacional implicaba buscar un
antecesor, una civilización a la que ligarse. Esta era la Grecia Clásica,
comenzándose a valorar por su esplendor artístico. Encuadrándose en esos viajes
formativos, cantidad de personajes relevantes se acercan a la historia antigua
de Grecia y trabajan sobre ella. Se configura un pensamiento idealizado. Los
occidentales por su afán a configurarse como herederos de la cultura clásica
buscan recuperar la gloriosa y antigua nación más que los propios griegos
modernos.
Entre estas iniciativas se entrelazan los trabajos de
personajes que configuran a su vez un marco de divulgación y metodología tanto
en la arqueología como en el coleccionismo y la conservación de las piezas.
Entre ellos, hay que destacar la actividad arqueológica de Mortimer Wheller y
de Eduard C. Harris que llevan a cabo una metodología estratigráfica configurando
el modelo de excavación en el siglo XIX, que sigue presente hoy en día. Desde
el punto de vista de las expediciones arqueológicas es importante la figura de
José Nicolás de Azara; arqueólogo que en el siglo XVIII realiza una serie de
excavaciones en Negroni y Pisoni dando a conocer una serie de pinturas y hermas
desarrollando normativas importantes en el método de catalogación. En el caso
de Winckelmann destaca como responsable de Historia del Arte de la
Antigüedad considerado un verdadero manual para la formación en el arte
antiguo. Se le debe el asentamiento del estudio y los conocimientos del arte
antiguo, tomando como idea principal su admiración por el sublime arte griego,
considerándolo el culmen de toda civilización.
En el caso de las iniciativas privadas llevadas a cabo sobre
todo por las personas más acomodadas de la sociedad española, cabe destacar
tres figuras relevantes en cuestiones de coleccionismo. Nos referimos a la
figura del Marqués de la Ensenada, la actividad de Manuel Godoy y la colección
del Marqués de Salamanca. El Marqués de la Ensenada tiene como objetivo una
expedición arqueológica en territorio nacional, que se encarga al Marqués de
Valdeflores y el equipo de arqueólogos de Esteban Rodríguez. Gracias a esta
iniciativa conocemos las inscripciones árabes, griegas y hebreas que fueron
recogiendo por todo el país y que se publicaron en Viajes de las
antigüedades de España. Manuel Godoy, una figura muy importante relacionada
la monarquía española, contó con la posibilidad de dirigir excavaciones en Roma
y llevar a cabo expediciones en América. Promovió el estudio de los monumentos
y objetos españoles y las restauraciones más importantes de los monumentos
españoles. Por último, el marqués de
Salamanca conformará una gran colección de escultura romana que engrosa desde
1874 la colección del Museo Arqueológico Nacional. Es considerada la mejor
colección particular de España de antigüedades clásicas, tanto por cantidad
como por calidad y diversidad de sus materiales y conjuntos. Contaba relieves
romanos, exvotos en terracota, y una gran colección de numismática y medallas,
aunque lo más destable es la colección de vasos griegos. De esta si tiene
escasa información, aunque sí se conoce que parte de las esculturas romanas
proceden de Paestum, esa ciudad conservada en ruinas de Nápoles, trabajada en
tiempo de Carlos IV y de Cales.
En conclusión, encontramos que desde el siglo XVI se puede
encontrar interés por el coleccionismo y el estudio de la antigüedad. Aunque es
en el siglo XVIII cuando se desarrolla una arqueología como ciencia, protegida
por la corona y llevada a cabo institucionalmente. La dinastía borbónica y los
sistemas políticos europeos trajeron consigo importantes mejoras en el campo
arqueológico, en cuanto a la restauración y su coleccionismo. Ya en el siglo
XIX la intervención privada no es tan visual. Se desarrollan las leyes pertinentes
a la protección del patrimonio y con la creación de instituciones públicas
financiadas por la corona, se reduce el peso de las iniciativas privadas,
aunque hay que decir que no desaparecen. Es, por tanto, importante recalcar la
importancia que estos personajes, ajenos a la corona, tuvieron para su
desarrollo. No solo en relación con la arqueología como trabajo de excavación
sino en el campo de la conservación y la divulgación. Gracias a sus trabajos,
se han dado a conocer monumentos, obras y piezas que han sido destruidas,
perdidas o han desaparecido. Estudios que permiten conocer el pensamiento que
se tenía desde otras esferas de la sociedad y que junto a la actividad lleva a
cabo por aficionados y profesionales arqueólogos conforman una suerte de información.
Un compendio, que a mi parecer completa la actividad llevada a cabo por el
Estado Moderno. Aunque se considera ligada a la historia, ya que el devenir de
la arqueología ha estado y está muy ligado a los movimientos políticos y
económicos del estado, se conforma una heterogeneidad adoptando nuevas
propuestas y diferentes visiones. Comprendiendo la manera de divulgar,
coleccionar y proteger que ha desarrollado cada estamento social, se llega a
conocer el verdadero peso que ha tenido la arqueología y la antigüedad desde el
Renacimiento.
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